Más de una vez me han preguntado por qué decidí hacerme diseñadora autónoma. La última fue el pasado junio, la alumna que acogí de prácticas.
Cada fin de curso colaboro con la Escuela de Artes de Pamplona y sé que para los chicos y chicas que recién terminan su ciclo formativo puede resultar chocante verse en un despacho de un domicilio particular en vez de una gran oficina de paredes blancas, plagada de pósters y Macs.
También comprendo que poner en su curriculum “experiencia laboral: mes y medio con Candela Elías (o estudio cecdesign.es)” tampoco les va a abrir muchas puertas, pero en mi defensa diré que por lo menos intento que se lleven una buena impresión de lo que es el oficio, que pongan en práctica un poco de todo lo que han aprendido en el curso y les respondo honestamente a todo lo que me preguntan. Mucho mejor que ponerles todo el día a redimensionar fotos…
En fin, por donde iba: a alguno quizás le pique el gusanillo de saber por qué me hice autónoma (lo explico en el post de mi trayectoria como diseñadora), pero entiendo que cuando me lo preguntan es más por valorar si merece la pena ir por libre en vez de llamar a la puerta de una empresa, estudio o agencia.
Considero que es una cuestión muy personal, que si no has tenido experiencia previa trabajando para otros, te va a ser muy difícil de primeras gestionar los proyectos y asesorar adecuadamente a tus clientes (si es que consigues captar los suficientes).
Ahora bien, si ya tienes experiencia, te gustaría probar por tu cuenta y buscas la opinión de una colega de profesión, esto es lo que puedo decirte:
Ventajas y desventajas
- Puedes elegir a tus clientes (*vale, quizás no siempre)
- Eres diseñadora, asesora y también contable
- Buscar clientes puede resultar agotador si no tienes una red de contactos
- Te organizas las horas como quieres
- Vacaciones: acostúmbrate a llevar el teléfono incluso en la piscina
- Baja laboral (¡ja, ja, ja!)
- Puedes trabajar desde casa
- ¡O desde cualquier parte del mundo!
Consejos
- Dedícate a lo tuyo. Si no sabes hacer algo o no conoces a nadie que pueda salvarte el cuello, mejor rechaza el proyecto. Te puede suponer un quebradero de cabeza, perder dinero, al cliente y lo que es peor: que hablen mal de ti
- No recomiendes a nadie con quien no hayas trabajado antes
- Estudia a tu competencia
- Disfruta con lo que haces
¿Dejaría de ser freelance?
¡Por supuesto! Aunque no a cualquier precio, claro. Me encantaría formar parte de un proyecto que me motivase y compartiese mis valores y filosofía de vida y trabajo. Un proyecto que fuese…
- Creativo
- Formar parte de un equipo guay — tengo la suerte de que me cae bien la mayoría de la gente
- Motivador
- Variado
- Que me permitiese aprender constantemente
- Con flexibilidad de horarios
- Relevante / con reputación (o al que pueda ayudar a serlo)
¿Existe algo así? Mientras lo inventan, yo sigo feliz haciendo de Mary Poppins, ayudando ahí donde se me necesita, con clientes diversos que me permiten crear, aprender y crecer cada día.