Me acuerdo de los 90’, cuando volvía del instituto pensando en conectarme a Messenger (el de Windows, cuando aún no existía ni Facebook). Para los genZ que no lo han llegado a conocer les diré que era lo más parecido al actual Wassap que había en aquellos años: podías chatear con tus contactos, mandarles emoticonos… y ya. Y además tenías que hacerlo desde la mesa del ordenador. Pero estar en Messenger significaba que tenías internet y eso era molar.
Llegabas a casa, encendías el módem y después de un rato y unos cuantos chirridos abrías el programa esperando que alguno de tus colegas se conectase. Mientras, buscabas cualquier cosa por internet, comentabas en algún foro y descargabas películas en e-mule.
Democratización de la tecnología:
Hoy en día el ordenador es omnipresente: lo tenemos en la mesa del despacho, sobre nuestras piernas cuando nos echamos al sofá, hay quien habla con Alexa y quien envía por Chomecast los contenidos a su tele (que ya de por sí, es inteligente). Pero sobre todo lo llevamos en el bolsillo -y si es que lo guardamos- camuflado como teléfono.
Es evidente a estas alturas que la navegación en un smartphone nada tiene que ver con la del ordenador y está muy estudiado: el espacio de la pantalla condiciona la disposición, la legibilidad, la interacción… de los elementos, pero no es solo una cuestión de tamaño. El cuándo, dónde y cómo utilizamos un dispositivo u otro influye y mucho en la elección del diseño, estructura y jerarquía de los contenidos.
La experiencia de navegación. Cuándo un usuario utiliza cada dispositivo:
Estamos conectadas desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama y es importante para quienes trabajamos en ofrecer mejores experiencias, saber además de qué les interesa a los usuarios, cuándo buscan y/o consumen los contenidos que les ofrecemos.
No se trata de establecer una franja horaria, sino estudiar las actividades que puedan estar realizando a la par: si lo hacen en las pausas del trabajo, desplazándose en el metro o viendo la tele; y en tales casos, determinar qué dispositivos son los que utiliza y de cuánto tiempo dispone.
Según cuál sea el tipo de negocio, los datos pueden variar, y aunque nuestros hábitos hayan cambiado y las visitas y compras desde móvil se han disparado, todavía hay información que nos gusta mirar con calma, sentados y en casa, antes de tomar decisiones.
La importancia del mensaje. Dónde estamos cuando navegamos:
Muy relacionado con lo anterior: el lugar donde se encuentre el usuario influye y mucho en la manera en que percibe la experiencia. No es lo mismo estar en un entorno tranquilo que viajando en transporte público.
Por ejemplo, ¿cuántas veces has estado navegando con el móvil mientras tienes encendida la televisión y un anuncio te ha hecho levantar la vista? Y de estas veces, después de la distracción, ¿cuántas has seguido visualizando la página del teléfono y cuántas has pasado a hacer una cosa diferente, o incluso buscar lo que estaban publicitando, perdiendo totalmente la concentración?
Aquí, además del diseño, los contenidos tienen que ser muy claros y ser capaces de retener el interés ya que compiten con una gran cantidad de estímulos externos que pueden acaparar la atención del usuario y perderlo.
Lo fundamental para crear un contenido que den ganas de leer:
- Aportar valor.
- Ser conciso y claro.
- Bien organizado y legible.
Si el contenido es interesante, lo visitará más tarde. Si es contenido ‘de relleno’, usará la misma ventana para hacer la nueva búsqueda y adiós muy buenas.
El buen diseño. Cómo un usuario interactúa con los distintos dispositivos:
¿Has abierto esta publicación con el ordenador? Entonces, habrás tenido que hacer clic con el ratón para llegar hasta el enlace y poco a poco, habrás ido haciendo scroll con la ruedecilla del mismo (o deslizando dos de tus dedos sobre el trackpad) para ver todo el contenido. En cambio, si estás leyendo esto desde tu teléfono, te bastará con un dedo para realizar cualquiera de las acciones.
Esto que tan cómodo nos resulta, a veces se vuelve un horror cuando los elementos no están correctamente diseñados para el dispositivo. Seguro que alguna vez te ha ocurrido que al hacer scroll, has pulsado sin querer un banner que ocupaba prácticamente la pantalla completa, o querías apretar un icono y le has dado al de al lado porque estaban demasiado pegados uno al otro.
Para que la experiencia sea la mejor hay que diseñar y ordenar los diferentes elementos teniendo en cuenta unas pautas básicas:
- Ubicación accesible e intuitiva.
- Tamaño adecuado.
- Espacio suficiente entre elementos.
- Color y contraste.
Por supuesto los elementos serán diferentes para cada dispositivo y además tendrán que adecuarse a la línea gráfica de la marca.
Si ofreces una navegación intuitiva, el contenido es adecuado y atractivo, y además todo ello es accesible desde cualquier dispositivo mejorarás la retención de tus usuarios y seguro que aumentarán tus conversiones. ¡No es tan complicado!
Y si necesitas que te eche un cable, soy toda oídos 🙂